Treinta billones de células. Ese es el cálculo que hace uno de los últimos estudios que llevan la cuenta del número de 'ladrillos' que forman nuestro cuerpo. Parecen poquísimas en comparación a los 100 billones de bacterias que habitan en nuestro intestino. Es curioso que estas, que solo representan una masa de unos 200 gramos, tripliquen en cantidad a las células de nuestro cuerpo. Pero esos 200 g marcan la diferencia entre una persona sana y una con serios problemas de salud.
"Hará posible que podamos diseñar inteligentemente, como ingenieros, nuestro sistema intestinal"
En el terreno de la microbiota, este avance es más lento todavía. Sabemos que esos 100 billones de microorganismos que viven en nuestro intestino realizan funciones importantísimas para nosotros, pero no sabemos cómo interactúan unos con otros, ni conocemos sus mecanismos, ni prácticamente nada. Los científicos especulan mucho, establecen posibles relaciones basándose en interacciones simples o en datos estadísticos, pero a fin de cuentas, nadie tiene nada claro.
Un nuevo descubrimiento
Un nuevo estudio de los investigadores del Departamento de Ingeniería Biomédicade la Universidad de Virginia, en Estados Unidos, Jason Papin y Greg Medlockpromete poner fin a gran parte de estas dudas afrontando el debate dando un paso atrás y simplificando las cosas. En vez de centrarse en datos estadísticos, o en microorganismos concretos, decidieron investigar qué moléculas crean determinadas bacterias y qué bacterias utilizan después dichas moléculas. Según lo expone uno de los autores, Greg Medlock, "tienes que dar un paso atrás antes de avanzar".
Para el diseño del estudio, los investigadores se centraron en seis especies concretas de bacterias gastrointestinales de manera individual. Después, vieron sus interacciones por parejas (cómo la bacteria A afecta a la B y viceversa).
Pero no decidieron quedarse solo con estos resultados. A continuación, diseñaron una simulación informática basada en los resultados que habían obtenido, la que describen como "un canal experimental y computacional", que abre la puerta a que muchos otros investigadores estudien las interacciones entre el organismo y las bacterias con unas bases científicas detrás. En el futuro, es una herramienta que se espera que (introduciéndole los datos de la microbiota de un paciente) sea capaz de analizar qué tipo de flora intestinal sería la mejor para él y qué elementos habría que suministrarle para que la población bacteriana se acercase a los objetivos previstos.
El futuro de nuestra salud
Su repercusión no es el simple regalo del conocimiento. Sabemos que las bacterias gastrointestinales intervienen en cosas tan simples como la degradación de la bilirrubina o en la absorción de determinados nutrientes. Pero en los últimos años se ha descubierto que su repercusión en nuestra salud es mucho mayor de lo que parece, dado que tiene relación con la enfermedad de Alzheimer, con la obesidad, el autismo o incluso para alterar nuestro humor.
"Podremos predecir si una persona está delgada u obesa basándonos solamente en su flora gastrointestinal"
Este estudio, como explican los propios autores, abre nuevas puertas en el mundo de nuestra salud. "Una vez que tengamos el conocimiento que este estudio nos ofrece, podremos intervenir, controlar nuestro microbioma directamente". Y sentencian: "Hará posible que podamos diseñar inteligentemente, como ingenieros, nuestro sistema intestinal".
Esto último, aunque parezca según sus declaraciones muy sencillo, promete ser una batalla titánica, pero ya tenemos las bases. Si descubrimos que una bacteria en particular es beneficiosa para una cosa determinada, podremos aumentar su población, de la misma manera que podremos reducir la cantidad de bacterias perjudiciales alterando el ecosistema que estas tienen formado en nuestro organismo.
Las esperanzas que el mundo científico tiene puestas en los avances del estudio de la microbiota son palpables. El doctor Rob Knight, cofundador de la American Gut Project, comentaba que, en un futuro próximo, "podríamos predecir si una persona está delgada u obesa basándonos solamente en su tipo de flora gastrointestinal". Esto abre la puerta a que en el momento en el que podamos modificarla, sabiendo de antemano los resultados de tales actos, seamos capaces de curar o al menos aliviar enfermedades tan importantes como la obesidad.