EL AZÚCAR EN SANGRE Y SU RELACIÓN CON EL CEREBRO

FUENTE: "Alimenta tu cerebro"

La insulina, una de las hormonas más importantes que produce el cuerpo.

Esta desempeña un papel protagonista en el metabolismo, ya que nos ayuda a trasladar la energía de los alimentos a las células para su uso. Este proceso es único y muy complejo. Nuestras células solo pueden aceptar la glucosa con ayuda de la insulina (que se produce en el páncreas), la cual actúa como vehículo. La insulina, entonces, lleva la glucosa del torrente sanguíneo a las células, que la usan como combustible.

Cuando una célula está sana, posee gran cantidad de receptores de insulina, por lo que tienen problemas para pesponder a su presencia. No obstante, si la célula se ve expuesta sin piedad a niveles demasiado altos de insulina debido a una presencia casi permanente de glucosa -causada por el consumo excesivo de carbohidratos y azúcares refinados-, la célula hace algo extraordinario para adaptarse: reduce la cantidad de receptores de insulina en su superficie. Es como si la célula cerrara algunas puertas para impedir que entre la insulina. En última instancia, esto provoca que la célula se desensibilice o se vuelva "resistente" a la insulina. Y cuando esto último ocurre, la célula es incapaz de absorber glucosa de la sangre, dejándola en el torrente sanguíneo.

Como sucede con la mayoría de los procesos biológicos, existe un sistema de seguridad que está listo oara activarse. El cuerpo quiere solucionar este problema, ya que sabe que la glucosa no puede estar deambulando por la sangre. Entonces ordena al páncreas, que obedece de inmediato, incrementando la producción de insulina para absorber tanta glucosa como sea posible, y así proyectarla hacia las células. De modo que son necesarios niveles más altos de insulina porque las células ya no responden correctamente a esta última.

Esto, pone en marcha un círculo vicioso que suele culminar en el desarrollo de diabetes tipo 2. Por definición, un diabético es alguien que tiene altas concentraciones de azúcar en sangre porque su cuerpo es incapaz de trasladar esta glucosa hacia las célular. Y, si permanece en el torrente sanguíneo, se convierte en un arma que inflige mucho daño. La diabetes es una de las causas de muerte prematura, enfermedad coronaria, apoplejías, enfermedades renales, ceguera y trastornos neurológicos; podríamos incluso llegar a decir que es de los principales causantes de Alzheimer si no se trata durante años.

Aunque la mayoría de la gente que padece diabetes tipo 2 tiene sobrepeso, muchas personas con un peso normal o incluso delgadas transitan por las calles sin saber que padecen desequilibrios crónicos en sus niveles de azúcar en sangre.

La insulina también desempeña un papel importante en las reacciones corporales cuando los niveles de azúcar no se pueden mantener bajo control. Considerada una hormona anabólica, la insulina fomenta el crecimiento celular, la formación y retención de grasa y el aumento de la inflamación. Tener niveles altos de insulina acelera o frena a otras hormonas, por lo que el sistema hormonal del cuerpo se desequilibra, y este desequilibrio tiene repercusiones que empujan al cuerpo hacia el borde del barranco biológico, por decirlo de alguna manera.

Los picos de azúcar en sangre tienen efectos negativos en el cerebro, en el que provocan más inflamación. El aumento de la concentración de glucosa en sangre deriva en el agotamiento de neurotransmisores importantes, incluidas la serotonina, la epinefrina, la norepinefrina, la GABA y la dopamina. También se gastas los materiales necesarios para producir estos neurotransmisores, como la vitamina B. Asimismo los niveles de magnesio se reducen, por lo que afectan tanto al sistema nervioso como al hígado.

Pero lo más importante es  que los niveles altos de azúcar en sangre desencadenan una reacción llamada "glicación", (la glicación es el proceso biológico en el que las moléculas de azúcar se adhieren a proteínas y a ciertas grasas para formar nuevas estructuras letales llamadas productos finales de glicación avanzada AGE), los cuales contribuyen más que cualquier otro factor a la degeneración del cerebro y a su funcionamiento. Este proceso puede incluso derivar en el encogimiento de tejido cerebral fundamental para un buen funcionamiento cerebral.

De hecho, actualmente los científicos saben que la resistencia a la insulina puede precipitar la formación de las infames placas que se encuentran en el cerebro de los pacientes con Alzheimer. No te olvides que las personas con diabetes tienen el doble de posibilidades de desarrollar Alzheimer, y que la gente obesa tiene un mayor riesgo de padecer un deterioro de la función cerebral.

En 1994, cuando la American Diabetes Association recomendó que los estadounidenses consumieran entre un 60 y 70 % de calorías provenientes de carbohidratos, la epidemia de diabetes (y obesidad) se disparó. Entre 1997 y 2007, la cantidad de casos de diabetes en EEUU se duplicó. De 1980 a 2011, las cifras prácticamente se triplicaron. Para 2014, los Centers for Disease Control and Prevention estimaron que más de 29 millones de estadounidenses -una de cada once personas- tiene diabetes, y casi el 28% de estas personas no lo saben, es decir, no han sido diagnosticadas. Creo que es posible afirmar que la cantidad de prediabéticos -quienes empiezan a tener desequilibrios de glucosa en sangre, pero no lo saben- también se ha disparado.