ENFERMEDAD DE LOU GEHRIG

ENFERMEDAD DE LOU GEHRIG ó ESCLEROSIS LATERAL AMIOTRÓFICA (ALS) ó en español (ELA).

Lou Gehrig fue una leyenda del béisbol, quien jugó con los Yankees entre 1923 y 1939.

Sin embargo su nombre ha estado en los tratados de ciencia médica por la misteriosa enfermedad que terminó su carrera y su vida.

Mientras coleccionaba títulos, el primera base del mejor equipo de la historia, empezó a ser afectado por una dolencia en sus articulaciones que los médicos de entonces no pudieron tratar.

Era el año 1938 y los números de aquella temporada de Gehrig ya no se parecían a sus 12 campañas anteriores. La única queja conocida del pelotero era que la fuerza en sus piernas había disminuido considerablemente.

Los médicos seguían buscando, sin hallar, una cura para el misterioso mal. Ya por entonces colocaba los números finales a su mítico récord de 2,130 juegos consecutivos, que aguantaría el paso del tiempo durante 56 años y por el que fue conocido como “El Caballo de Hierro”.

En 1939, Gehrig apenas pudo estar en ocho juegos con su equipo y el 2 de mayo en Detroit entregó como capitán del equipo el lineup. Era el final de una carrera mítica.

Apenas un mes después, la Clínica Mayo se arriesgó a diagnosticar el mal de Gehrig como Esclerosis Lateral Amiotrófica (ALS), una enfermedad tan poco conocida que desde entonces y hasta la década de los 80 se conoció como la “Enfermedad de Lou Gehrig”.

La ELA, es un trastorno devastador y casi siempre de desenlace fatal, para el que no existe cura y para el que solo hay un medicamento aprobado (el cual es de escasa eficacia). Es cosa seria, pues afecta a más de 30.000 estadounidenses.

Los investigadores actuales empiezan a centrarse en el papel del LPS (puedes ampliar más información sobre el LPS si acudes al apartado "El 2º Cerebro", "Síndrome del intestino demasiado permeable" y LPS: el artefacto incendiario) y de la permeabilidad intestinal en esta enfermedad. No solo hay mayores niveles de LPS en el plasma sanguíneo de los pacientes con ELA, sino que el nivel de LPS se correlaciona directamente con la gravedad de la enfermedad.

Estos hallazgos han llevado a algunos expertos a preguntarse si uno de los principales instigadores de la enfermedad no estará en el intestino y no en el cerebro ni en la espina dorsal. Es muy posible que los científicos hayan estado buscando la respuesta en el lugar equivocado todos estos años. La evidencia que apunta hacia el LPS y la inflamación que provoca es tan incriminatoria que científicos de la Universidad de San Francisco EEUU han declarado que esta información podría "representar nuevos objetivos de intervención terapéutica en pacientes con ELA".